lunes, 4 de abril de 2011

Piche y progreso.

Desde hace cosa de un par de semanas, más o menos, se aprecia un afán por asfaltar y reasfaltar hasta el último rincón de nuestra querida piel de toro, como diría cualquier hombre de bien con el que nos podamos encontrar. Nosotros, el populacho, desconfiado por naturaleza pensamos: "Claro, se acercan las elecciones y están dando muestra de que trabajan". Nada más lejos de la realidad, pues nuestros alcaldes se afanan en hacer nuestras vidas más fáciles y mejores para que podamos ir por la calle con nuestros cochecillos sin peligro de que un bache nos descoyunte, por eso están haciendo esto. Véase como ejemplo visto con estos ojos, que ahora vislumbran estas líneas mientras las redacto, los nuevos asfaltados de Santiago de Compostela en las calles del ensanche o incluso del barrio de San Lorenzo; además de la gran mejora que están llevando a cabo en la entrada de Baiona por la autopista en esa minúscula rotonda o glorieta que tanto bien hace al mundo.

Hay gente iracunda que dirá: "¿y donde estuvieron estos hombrecillos los tres años y pico que llevan gobernando que hacen ahora las cosas así de repente?" Y este no debe ser el pensamiento. Debemos regocijarnos de que ellas, nuestros alcaldes, alabada sea su gloria, se acuerdan una vez al año de hacer algo que sea perceptible por nosotros, el populacho, y nos obliguen a cambiar de lugar de aparcamiento nuestros vehículos para que ellos puedan  reasfaltar nuestras calles, bien enteras, bien con parchecitos que llenan de color y alegría las carreteras; o incluso a modificar nuestros itinerarios por la ciudad, al cortar sin preaviso una calle. Por todo eso y mucho más: Gracias señores alcaldes, y gracias señoras alcaldesas, nunca serán suficientes nuestras alabanzas.